Señor, apiádate de mí, que soy un pecador. Enfermo estoy, Padre, enfermo y amargado, desesperado, apenado. El dia va transcurriendo lentamente, las horas se arrastran ante mi, pasan las noches y mi dolor y mi penar no me abandona. Pero Tu me consuelas, tu me calmas, tu me ayudas. Tu me das paz.
Ten misericordia de mi y de todos los que esperamos en Ti; no quedaremos defraudados, no nos olvidaras. No nos pierdas de tu vista porque sin Ti, Padre Santísimo, nada podríamos hacer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Descarga gratuitamente el libro "La mano de Dios", un libro que cambiará de forma radical tu manera de ver el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario