Hay muchas almas que se pierden en el mundo, muchos abandonados que comen de la basura, de las sobras de los ricos, y muchos más que están atados a los vicios: al alcohol, a las drogas, al sexo... pervirtiendo sus almas, adulterando sus cuerpos.
Y nosotros en medio de todo ello, rogando con las pocas fuerzas que nos quedan.
El mundo no conoce, y sigue diciendo aquéllo de "¿cree en Dios? Pues que lo salve, a ver si existe y entonces nosotros también creeremos", lo mismo que le dijeron a Cristo en la cruz. Porque los tiempos han cambiado, pero el corazón del hombre sigue siendo el mismo.
Cuando venga el Señor, ¿encontrará fe en la Tierra? Es la misma pregunta que se repite una y otra vez, pero que siempre tiene la misma escalofriante respuesta. Y muchos pensarán que están a salvo por creer en una religión, en un líder, en una serie de valores, y sin embargo por nada de eso seremos juzgados. Muchos, que creían ser distintos de los fariseos hipócritas, acabarán como los fariseos hipócritas, porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos, y con la misma vara de medir con la que ahora medimos, seremos medidos nosotros.
Pero la fe titubeante y débil que tenemos ahora, ¿.aguantará el paso del tiempo?
Coloquémonos, pues, en los últimos lugares, no sea que quedemos en evidencia por nuestra presunción.
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