Vacío cuerpo y mi mente busco desesperadamente un consuelo, alguien que apacigue mi soledad, que me de aliento y ánimo. Busco vanamente durante años y años entre humanos y humanas alguien que coja mi mano, pero mi mano siempre regresa vacía a mí.
Y mi alma vacía clama.
Mi Dios, aunque todos me abandonasen, aunque todo el mundo me diera la espalda, tu no me abandonarás.
Miles de religiones, cientos de profetas hablando por Tí, y mile de millones de corazones buscándote sin cesar, acallando sus anhelos con sucedáneos. Si ni mi padre ni mi madre me conocieran, tu me reconocerías, aunque me mezclasen los huesos triturados entre la arena del mar.
Ayúdame a verte, Señor, porque quiero ir a Ti sinceramente. No quiero cambiarte por nada, Tú, el único fiel, el único que me amaste desde siempre.
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