Tras las sombras caminan los hombres, vanalidades y necesidades que esconden su propio vacío, ayúdame a verme, Padre, y que sepa dónde estoy, a dónde voy, porque desamparado y huérfano nací, mi tristeza y mi desilusión formaron mi mundo desde la infancia.
Pero Tu, rey del Optimismo, Señor Omnipotente, vigilas mis pasos y mi espalda, no permitirás que me rodee la oscuridad, Tu eres mi Luz en medio de la soledad, el desprecio y el dolor.
Reposa tu mano sobre mi frente, como lo haces con tus hijos más queridos, ten piedad de nuestras vidas por las que tu Hijo tan alto precio pagó, y tras habernos rescatado, ¡oh excelso Señor!, vuélvenos bajo tu mirada, haz que tus palabras se desvelen en nuestros corazones, grabadas a fuego en nuestro interior, y que tu voluntad se cumpla siempre, siempre.
Que tu voluntad se cumpla siempre.
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